sábado, 25 de febrero de 2017































Homenaje a las víctimas del 11M en el año 2013 | Cordon Press


El documental de Cyrille Martin, que publicamos ayer en versión española y que está corriendo por las redes sociales como la pólvora, es un documental extraordinariamente bien hecho. Explica el 11-M de forma didáctica y gráfica para que cualquiera que lo vea, a pesar de todos los detalles, no se pierda dentro de la maraña de ruido que rodea el caso. Al final, pone sobre la mesa una catara de indicios y demostraciones sobre la falsedad de todo aspecto relativo a la versión oficial y uno termina preguntándose: Si el 11-M no fue un atentado terrorista, ¿qué demonios fue? Y ahí es donde empiezan las hipótesis.

A lo largo de los años he publicado un centenar de artículos sobre el 11-M y puedo decir, llenándome la boca con ello, que en todos esos artículos en los que he expuesto los hechos demostrando que la versión oficial es una patraña de principio a fin, jamás me han podido pillar en un renuncio.
Si ustedes van a la hemeroteca de El País, Luis del Pino no existe. Jamás me han mencionado en ningún tipo de noticia. Y mire que han escrito artículos contra los "conspiranoicos" y contra la madre que parió a todos los que cuestionamos la versión oficial. Pero puedo demostrar todo lo que he publicado, porque todo está sacado del sumario. Si uno lee el sumario, que es lo que ha hecho el cineasta francés Cirylle Martin, todo se cae a pedazos. Es una burla y una falsificación de una grosería y cutrez realmente apabullante.
Además de los artículos que he publicado sobre los hechos, a lo largo de los años también he publicado mi opinión sobre qué pasó. Ahí es donde empiezan las discrepancias, porque las opiniones son libres y falibles. Yo tengo mi opinión sobre lo que sucedió el 11M y no necesariamente tiene por qué ser la opción correcta, porque mientras no tengamos manera de demostrar qué pasó, todas las opiniones son respetables.
Cyrille Martin coincide con el fallecido Fernando Múgica en una determinada opinión que yo no comparto. Ambos pensaban que se trató de una operación de servicios de inteligencia exteriores a España. Es decir, fue un atentado de carácter geoestratégico ideado por alguien que pretende que la masacre parezca islamista.
Martin describe mi tesis de una forma inexacta en el documental. Yo jamás he dicho que el 11-M fuese un atentado realizado por la izquierda española o por el PSOE, porque no lo creo. Lo que sí creo es que fueron las cloacas nacionales con el objetivo muy claro de iniciar el proceso de confederalización de España, lo cual no descarta que pudiera haber participación puntual de los servicios secretos extranjeros. Pero la voz cantante, en mi opinión, la llevaban nuestras cloacas patrias porque tenemos canallas suficientes en España como para no necesitar importarlos de fuera.
Pero lo gracioso de todo este asunto, es el perfil de la persona que hace el documental. Ya saben ustedes que aquí en España, cada vez que poníamos datos sobre la mesa para hablar de las flagrantes y evidentes falsedades de la versión oficial del 11-M, la contestación sistemática de todos los majaderos defensores de la versión oficial - El País, Nacho Escolar y toda esa panda – es que no fue ETA. Nadie ha dicho que fuese ETA. Decimos que fue un atentado de las cloacas. Pero eso no lo mencionan porque desde un principio la estrategia de manipulación de la opinión pública fue dividir a los españoles en dos: si usted es de izquierdas, tiene que creer que fue Al Qaeda y si usted es de derechas, debe creer que fue ETA. Esa disyuntiva es falsa porque no fueron ni ETA ni Al Qaeda, fue una operación realizada por las cloacas, nacionales o extranjeras.
Fuera de España, los que sí se hicieron eco de los datos fueron curiosamente los medios de extrema izquierda en Francia y Argentina. Hace casi ya diez años, se difundieron las investigaciones de Libertad Digital y El Mundo a través de la Red Voltaire, una red vinculada a la extrema izquierda francesa que sostiene la tesis de que el 11-M se enmarca dentro de las operaciones realizadas por las cloacas de la OTAN. Y uno puede estar o no de acuerdo con esa tesis, pero al menos tiene coherencia. Lo que no tiene coherencia son los defensores de la versión oficial de aquí tratando de negar las evidencias.
La versión oficial no hay por donde cogerla. Todo es falso. Como la mochila que iba en los trenes aunque finalmente se encontró 18 horas más tarde en dependencias policiales, tenía metralla cuando las bombas de los trenes no la tenían, estaba preparada para no explotar, no aparece en ningún acta de registro, se encontró 18 horas más tarde de la masacre en dependencias policiales y nadie sabe de dónde salió. Y esa es una prueba fundamental del caso. Es todo tan burdo, tan falso y escandalosamente infantil que lo que uno no se explica es por qué la izquierda de este país compra esa porquería.
En lo referente al 11-M, la extrema izquierda francesa lleva dando una lección de diez años a la izquierda española. Y lo mismo sucede con la extrema izquierda argentina, porque el 11-M guarda extraordinarias similitudes con otro atentado extrañísimo, el la AMIA. El atentado se atribuyó a los iraníes aunque en realidad fue una porquería hecha desde los servicios secretos argentinos, que son casi peores que los de aquí. Y en esas estamos. Mientras la extrema izquierda fuera de España contempla el 11-M con objetividad, aquí los escolares y los cebrianes tratan de mantener lobotomizada a la izquierda española.
Votantes de izquierda y de derecha, solamente haceos una pregunta: ¿Qué mierda hay en el 11-M para que PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos estén de acuerdo en no removerla? Piensen en eso.

http://esradio.libertaddigital.com/sin-complejos/2017-02-25/luis-del-pino-la-izquierda-francesa-lleva-diez-anos-dando-lecciones-a-la-izquierda-espanola-1276593538/
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La reaparición del 11-M y la desaparición del PP

Vivir es ver volver", decía Azorín, de cuya muerte se han cumplido 50 años. Dice el admirable Andrés Amorós que a Azorín tampoco se le lee hoy, pese a habérsele leído siempre mucho, porque su caso es el de todos los clásicos españoles, hoy huéspedes del polvo y víctimas de la LOGSE. El olvido de Azorín es menos comprensible que el de un Gabriel Miró, por poner el caso de un barroco archivado en las borraduras de todo lo español y cuya obra El obispo leproso redescubrirá cualquier día un suplemento cultural y le devolverán la calle que le quitarían para hacerle sitio al Che.
El olvido de Azorín no se debe a su dificultad. Puso todo su talento al servicio de una idea: ser leído y comprendido por todo el mundo. Ortega llamó "Primores de lo vulgar" a esa técnica suya de extraer lo sagrado de lo humilde, como las vasijas del pequeño bodegón de Zurbarán en El Prado. Y se dice que su estilo nació de la necesidad que no se cortaran sus frases en las crónicas que mandaba por taquígrafo al ABC. Es falso pero bonito. En mi década como columnista del entonces "Diario de la Calle Serrano", recuerdo un día en que vino Vargas Llosa y lo vi pasar desde el pupitre de Azorín, que se conservaba en la antigua redacción. Luego, Mario le dedicó, para general sorpresa, su discurso de ingreso en la Academia a Azorín, un intento meritorio de animarnos a leer lo que no queremos ni ver: España.
Si cito a Azorín, además de que es quien mejor ha sabido rescatar del olvido o inventar el recuerdo de lo más humilde y puro de nuestra Nación, del sol de la tarde en el adobe de una venta derruida al clásico de tinta que quiere seguir escribiéndose, es porque el gran problema para los que cada día tratamos de explicar y de explicarnos lo que pasa en España es que nos pasan demasiadas cosas, muchas que dábamos por pasadas y aparecen de pronto por la puerta de la noticia, como seres amputados en la memoria que vuelven a mirarnos con esa atroz melancolía de los vivos desenterrados, sin reproche ni perdón. Y no sabemos qué hacer, ni con ellos ni con nosotros.
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Pero si vivir es ver volver, y lo es, volver a lo que no acabamos de vivir es obligación sagrada de la inteligencia y la condición ciudadana. Así que debemos hablar de cómo en esta última semana hemos visto reaparecer el 11-M, deuda impagada de nuestra dignidad, y hemos sabido que el PP está desapareciendo. Tal vez empezó a desaparecer cuando Rajoy, con guión de Cebrián y Gallardón, decidió "obviar el 11-M" para que le dejaran aspirar de nuevo a heredar el Poder los que tan humillantemente lo habían desheredado. Al precio de destruir el PP en el Congreso de Valencia, se lo permitieron. Y gracias a la idiocia de Zapatero, heredó. Pero ¿qué heredó? Las ruinas de un Estado de Derecho que hubo que torcer para tapar el 11-M.

Las cifras de Luis Asúa

Espero poco, en general, de las entrevistas a políticos. Como seres que buscan alcanzar o conservar el Poder, dicen sólo lo que les conviene. Y eso, de entrada, no alimenta la afición periodística. Sin embargo, a veces, en la entrevista a un político que no puede ganar nada aparecen cosas que no esperabas o imaginabas muy distintas. Y eso me sucedió esta semana al entrevistar a Luis Asúa, candidato a la presidencia del PP de Madrid, cuya organización es la más importante del PP nacional desde hace dos décadas.
El dato esencial con que justificó una candidatura que no pretende desbancar a Cifuentes como Presidenta de la Comunidad de Madrid sino recuperar en lo ideológico y organizativo al poderosísimo PP de hace sólo una década, es, sencillamente devastador: el PP tenía unos 94.000 afiliados, ahora tiene 17.000; y de los 3.000 que se han apuntado para votar, 2.400 son empleados públicos. Pero en Chamberí, distrito de Asúa y uno feudo electoral del PP, sus Nuevas Generaciones sólo tienen 9 miembros; y la militancia total del PP es la mitad que la del PSOE. No es que los afiliados del PP se hayan ido a otros partidos: se han ido, sencillamente, a casa, tras los casos de corrupción del PP nacional, (Bárcenas, Gurtel, Púnica) y los de la Comunidad, Ayuntamiento de Madrid y otros ayuntamientos del PP. Al parecer, el momento clave de la desaparición de militantes ha sido el Caso Bárcenas, del que se ha acabado librando Rajoy, pero no el Partido Popular.
En realidad, se está cumpliendo el guión del Congreso de Valencia: a cambio de que Rajoy su grupo fueran legitimados por la Izquierda prisaica como alternativa de Gobierno, ellos desmantelaron el partido desde la raíz. Aquel partido capaz de movilizar casi dos millones de militantes contra la política de ZP y en defensa de las víctimas del terrorismo (ETA y el 11-M) en la mayor movilización cívica de la Historia de España, con Rajoy entre María San Gil y Ortega Lara. Por ese acto fue acusado por Polanco de querer la vuelta del franquismo. ¡Lo decía un tío del Frente de Juventudes y al lado del Cebrián, último Jefe de informativos de TVE en la dictadura con Arias Navarro de presidente! Pero el PP, incluso en tiempos de Aznar, se ha rendido siempre ante el Poder Fáctico Fácilmente Reconocible. Así que Rajoy, llegado el momento, que fue tras la derrota de 2008, lo hizo casi por costumbre aunque con una obscenidad inolvidable, cuando mandó "a los liberales al Partido Liberal y a los conservadores al Partido Conservador" y se arrendó al Protectorado de Prisa, que dura hasta la fecha.
De hecho, ayer publicó Rajoy un artículo en el diario de Soraya que sonrojaba leer, presumiendo de crítico literario –él, que logró terminar La Catedral del Mar en todo un mes de Agosto- y posando de Padre Ángel de los refugiados. Parecía una nota de Prensa de Alfaguara en los tiempos de Juan Cruz, aunque, pensándolo mejor, debía de ser un artículo de Cebrián para Felipe González que, por error, le pasaron a firmar a Rajoy. Era una flatulencia literaria más que la explicación de un Presidente del Gobierno. Pero es normal. Privado el PP de sus dos muletas ideológicas, la liberal y la conservadora, hace tiempo que tropezó y cayó. No lo sabíamos muerto pero hace mucho que no preguntábamos por él. En el 2008 dejó de interesarnos.
Hace un par de años, tras la humillación de no dejar hablar a Aznar en el Comité Ejecutivo, el hombre que creó el partido pero también el que designó a su verdugo, me dijo: "El partido no existe". Yo creí que se refería a la capacidad de reacción de sus dirigentes, pero ahora entiendo que se refería a algo mucho más grave: la desaparición física de la organización, convertida en mera agencia de colocación dependiente de Rajoy, hoy feliz en el cielo del Gobierno, mañana, sin él, condenado al Infierno y la Nada.
En De la noche a la mañana El linchamiento he contado cómo tras el mazazo del 11-M, la COPE, El Mundo y Libertad Digital artillaron la defensa de un partido con diez millones de huérfanos. Dos años tardó en recuperarse la dirección del PP, mientras tenían lugar las manifestaciones más gigantescas de la historia democrática. Pero Rajoy no es partidario de que su partido tenga fuerza sino de que nadie tenga fuerza para discutirle su liderazgo. Cuando cambió a Acebes y Zaplana por Soraya y Cospedal, dio por muerto el partido de Aznar y se propuso enterrarlo en Madrid, que era el escaparate del PP de siempre, el que no quería volver a ver nunca. No lo ha conseguido del todo en cuanto a política, aunque casi, pero ha logrado desmoralizar, desorganizar y destruir su organización, clave de la nacional.
Eso es lo que demuestran las cifras de Asúa: si Rajoy pierde el Poder no hay PP para recuperarlo en mucho tiempo. El PP, como otro Mariano, está en el Poder y todavía en muchos cargos, pero apenas existe, ya no es. Si hubiera una movilización callejera de la Izquierda como la del 13M de 2004, el PP sería incapaz de una mínima autodefensa, de resistir aunque quisiera. Si el primer partido de España no existe en Madrid, ya ha muerto.

Un francés habla por España

El 11-M de 2004 empezó esta concienzuda empresa de demolición nacional en la que era fundamental la destrucción del PP. Faltan apenas dos semanas para cumplir los 13 años fatídicos de la masacre, su manipulación política y mediática, su deliberada y siniestra ocultación policial y judicial. Y hete aquí que de pronto aparece un cineasta francés de izquierdas y nos arroja a la cara lo que la casi totalidad de los medios y partidos esconden: que el juicio del 11-M fue una farsa basada en pruebas falsas y que Jamal Zougam está condenado a 42.000 años de cárcel por algo que no hizo.
Martin se refiere elogiosamente a la tarea de Fernando Múgica, que pagó con la vida su esfuerzo, y Luis del Pino, que demostraron más allá de toda duda algo que incluso el súbito informe de las cloacas de Interior han recordado esta semana: la mochila de Vallecas y demás pruebas para meter en la cárcel a un moro y echar del Gobierno a unos dizque cristianos fueron fabricadas por la policía y admitidas a medias por jueces y fiscales, que no fueron capaces de ponerse de acuerdo ni siquiera para prevaricar juntos.
No insistiré en lo que esta película supone de respaldo a la tarea acometida por nuestro grupo, casi en total soledad, y que algunos pagamos muy caro, en juicios y difamaciones, junto a los que entonces dirigían El Mundo, cuyas portadas, como los programas de LDTV, quedan reflejadas en el documental, pero que ayer ni siquiera dio cuenta a los lectores de su existencia. Recomiendo a los que por edad o hastío no sepan o no hayan querido saber nada del 11-M que, simplemente, vean el documental. Luis del Pino ha señalado cosas que faltan, aunque hay otras nuevas. Hace año y pico publiqué "Los años perdidos de Rajoy" y allí explico el 11-M como una novela negra, que oscuro fue el hecho y novela lo que nos contaron. Creo que puede leerse con provecho. Y no añadiré nada más, salvo que, amén de los 300 asesinatos por ETA sin juzgar, sigue sin hacerse justicia a los 192 asesinados y 2000 heridos del 11-M. Y eso ya lo saben hasta en Francia.

La novela negra del 11-M

La escena del crimen

Lo primero que se hizo con la escena del crimen del 11-M fue... destruirla. Los cuatro trenes siniestrados fueron desguazados en las cuarenta y ocho horas siguientes a la masacre, contraviniendo la Ley de Enjuiciamiento Criminal que, como se ha hecho en casos de accidentes ferroviarios (metro de Valencia, tren de Santiago de Compostela), se han conservado hasta el juicio que debe dictaminar las causas de las muertes y sus responsables.
Pero un vagón escapó a la destrucción ilegal de los trenes. Pertenecía al tren de Santa Eugenia y tenía aun nítidamente dibujado el agujero de la explosión cuando lo encontró Libertad Digital, tapado con unas lonas,en las instalaciones de Tafesa,en el barrio de Villaverde,en febrero de 2012. El entonces Fiscal General del Estado, Eduardo Torres Dulce, colaborador de esRadio desde su fundación en el programa Cowboys de medianoche, dio orden de conservarlo e investigarlo. Pero ni conservó ni investigó nada.
El juez instructor, Juan del Olmo, dio orden o permitió que, además, se quemaran todos los restos personales —prendas y objetos— pertenecientes a las 192 víctimas mortales y los casi dos mil heridos.Todos estos objetos, que formaban parte también de la escena del crimen, fue- ron destruidos.
¿Y cómo pudo investigarse un crimen si se había destruido la es- cena del crimen? Pues creando una escena falsa, a partir de la cual se justificó la detención de sospechosos, su encarcelamiento, proceso, juicio y condena.
Los tres elementos que, tras destruir la verdadera, constituyeron la falsa escena del crimen fueron una furgoneta Renault Kangoo, una mochila y un coche Skoda Fabia. En la furgoneta, que había sido ya registrada por agentes e inspeccionada por un perro adiestrado para detectar explosivos, sin encontrar nada, la policía halló de pronto, al llegar a sus instalaciones de Canillas, varios objetos que, según se dijo, pertenecían a los terroristas, entre ellos, un trozo de Goma2 ECO que se consideró oficialmente desde entonces el arma del crimen. Es decir, que primero se encontró la dinamita y luego se dijo que era la que se había usado en la masacre, cuya escena del crimen se había destruido. También hallaron un Corán y una cinta islámica, entre otros objetos que los policías no habían visto en su inspección previa.
Pero una vez reparada la ceguera de la policía, apareció el hallazgo esencial del caso: una mochila-bolsa que apareció en la comisaría de Puente deVallecas dieciocho horas después de la voladura de los trenes y que se dijo que procedía de una de las estaciones, desde la que había sido llevada a la improvisada capilla ardiente de Ifema en un bolsón y, de allí, a la comisaría famosa, donde actuaba un policía afecto al PSOE. La mochila, se dijo, era igual que las que habían estallado en los trenes. Y a partir de ahí se estableció la búsqueda de los teléfonos móviles que las habrían hecho estallar todas, de los que los vendieron y compraron y se practicaron las primeras detenciones, en clave islamista pese a ser los vendedores hindúes.
El problema de esta mochila es que el móvil que llevaba no hubiera podido provocar la explosión por falta de fuerza, si hubiera tenido fuerza, tampoco, porque los dos cables estaban desconectados, como para que se viera que eran cables, y junto al explosivo, que era Goma2 ECO, había una gran cantidad de tornillería que, en teoría, hubiera actuado como metralla. Lo malo para los halladores de la mochila es que no sabían que en ninguno de los trenes había estallado una bomba semejante y la autopsia demostró que ni uno solo de los 192 muertos había sido alcanzado por la metralla. La chapuza era evidente, pero había que detener a alguien, y se detuvo. De la tarjeta del móvil se llegó al móvil y de la Goma 2 ECO a Mina Conchita, belén de tan milagrosas apariciones.
La tercera pieza de la falsa escena del crimen, el Skoda Fabia, fue aún más chapucera y zarrapastrosa que las demás. En el maletero había ropa con el ADN de los sospechosos, que agentes del CNI, indignados por el montaje, atribuyeron al propio CNI, subsección Mortadelo y Filemón. Porque el coche apareció en la estación de Alcalá tres meses después del atentado, el 13 de Junio de 2004, a pocos metros de donde había aparecido la furgoneta Reanult Kangoo. Supuestamente, el coche lo había robado en Alicante un delincuente chileno que se lo había vendido a los islamistas que habían llevado todas las mochilas en el Skoda y la Kangoo para colocarlas en el coche y habían dejado abandona- dos los dos vehículos.
La pena del Skoda es que llegó muy tarde a la cita con la Kangoo. Los policías habían peinado la zona en que apareció la furgoneta y no lo detectaron. Ninguna de las matrículas anotadas por la policía correspondía a ese coche, ni una sola cámara lo había grabado en esos meses. Un portero que lo había denunciado en la calle Bruselas declaró que, tras su denuncia, el coche había desaparecido.Y el chileno ladrón resultó tan desmemoriado que no recordaba ni de qué color era el coche. Así que, sin permiso del juez y pese a estar imputado, fue expulsado de España por la Ley de Extranjería. El tribunal, ante la falta de credibilidad de la prueba debería haberse puesto a investigar quién había pues- to el ADN de los presuntos terroristas en ese coche que nunca estuvo allí, pero prefirió descartar el Skoda como prueba. Ningún juez americano lo haría y medio FBI habría ido a la cárcel, pero ¿quién ha dicho que el 11-M sea una película? Ya no se hacen tan malas.

El falso mutis en la falsa escena del crimen

Pero la prueba definitiva de la falsa escena del crimen superó en disparates a todas las anteriores. A los tres meses del 11-M, se avisó de que la policía tenía rodeados en un piso de Leganés, a los responsables de la masacre. Se dijo que previamente habían tenido un tiroteo con ellos en Zarzaquemada, pero luego se negó. No se dijo que el piso en el que decían que se habían refugiado los islamistas era un piso franco de la policía que había sido usado en dos casos de narcotráfico y que, pared con pared, vivía un policía. Vamos, que los islamistas habían ido, huyendo a toda prisa, a caer en lo más parecido a una comisaría. Y empezó la trágica charlotada.
El diario El País y la Cadena SER —la que inventó en la noche del 11-M la existencia de dos terroristas suicidas con tres capas de calzoncillos, índice inequívoco de que eran islamistas suicidas y miembros de Al Qaeda— se apresuraron a comparar el miércoles 18 de noviembre el cerco al piso de Saint Denis, donde murieron dos islamistas del grupo responsable de la masacre de París, con el cerco del piso de Leganés. Luis del Pino, el más concienzudo investigador del 11-M y cuyos libros son de obligada lectura para el que se acerque a investigar el caso sin problemas de sueño, les respondió en Libertad Digital explicando estas doce enormes diferencias:
  1. En Leganés, los supuestos suicidas esperaron disciplinadamente ¡casi siete horas! desde que se establece el cordón policial, a que desalojaran el edificio y los colindantes. Solo después de des- alojados los ocho edificios hacen estallar la carga explosiva, coincidiendo con la hora del telediario.
  2. En Leganés nos dicen que hubo un tiroteo con subfusiles durante el cerco policial. Pero no apareció ni un mísero cartucho de subfusil en el registro efectuado tras la explosión.
  3. En Leganés, no hubo detenciones: aparecieron tras la explosión siete cadáveres... a los que no se les practicó la autopsia. El juez Bermúdez tuvo que hacer malabarismos jurídicos para considerar autopsia unos informes antropológicos que incumplían claramente la normativa legal.
  4. En Leganés, no solo no se practicó autopsia a los supuestos suicidas, sino que se intentó impedir a la Policía Científica que tomara muestras de sus cadáveres. Solo pudieron acceder a los supuestos suicidas siete horas después de su llegada al Instituto Anatómico Forense.
  5. En Leganés, uno de los cadáveres de los supuestos suicidas apareció... con los pantalones puestos del revés. ¿No tuvo tiempo ese hombre para vestirse bien a lo largo de las casi siete horas que duró el cerco policial?
  6. En Leganés, uno de los ocupantes del piso (el octavo ocupan- te) ¡bajó a tirar la basura durante el cerco policial!Y estando el piso rodeado por decenas de policías, coches policiales e incluso helicópteros... nos dicen que se escapó a la carrera. Finalmente, fue localizado en Serbia y detenido... y el Tribunal Supremo concluyó que NO había participado en la colocación de las bombas del 11-M. Por cierto, el Tribunal Supremo también concluyó que NO se podía afirmar que los siete presuntos suicidas de Leganés hubieran participado en la colocación de las bombas del 11-M, motivo por el cual las víctimas del 11-M quedaron jurídicamente imposibilitadas de demandar por vía civil a los herederos de los supuestos suicidas de Leganés.
  7. En Leganés, con decenas de policías rodeando el piso durante siete horas, y con unos supuestos terroristas que nos dicen que se asomaban por la ventana para disparar ráfagas de subfusil... no tenemos ni una maldita imagen del asedio, ni de los propios terroristas, ni de la entrada en el piso.
  8. En Leganés, el sumario del 11-M contiene TRES versiones contradictorias distintas sobre cómo se localizó aquel piso. Ceremonia de la confusión.
  9. En Leganés, resulta que los supuestos suicidas vivían pared con pared... con un policía experto en lucha antiterrorista, escuchas y seguimientos.
  10. En Leganés, nos dijeron que los supuestos suicidas rodeados mandaron sendos faxes alABC y a Telemadrid amenazando con nuevos atentados. Pero en el desescombro del piso tras la explosión no apareció ningún fax.Y, en realidad, los datos del su- mario demuestran que al menos el fax de Telemadrid fue enviado... desde fuera del piso.
  11. En Leganés, apareció una carta de despedida a sus familiares de uno de los supuestos suicidas... con una firma falsa. Siendo un marroquí que escribe (en árabe) una carta de despedida a sus familiares en Marruecos, resulta que aparece una firma... en caracteres latinos.
  12. En Leganés, al hacer el desescombro del piso tras la explosión, aparecieron diversos libros coránicos... milagrosamente intactos. Lo más chusco es que varios de esos libros coránicos son chiíes, cuando todos los ocupantes del piso eran sunitas. Es algo así como si un radical de creencias católicas tuviera como libro de cabecera una biblia luterana. Evidentemente, quien colocó esos libros en el piso no tenía ni repajolera idea de las distintas corrientes que hay en el islam.

Testigos, detenidos y condenados por el 11-M

En total, los detenidos por el 11-M fueron 116, la mayoría de ellos mientras tuvo lugar la Comisión Parlamentaria de investigación del 11-M, suntuosa mascarada que solo sirvió para que varios policías y testigos del caso se contradijeran en el juicio posterior y para que el ministro del Interior, José Antonio Alonso, presumiera cada día de la detención de un brazo más del cefalópodo islamista culpable del 11-M. Terminó la comisión y el pulpo se quedó en calamar, y, finalmente, en tinta negra para despistar. De los 116 solo llegaron al juicio 29, de ellos 9 españoles. 87 quedaron libres sin cargos por no tener relación alguna con el 11-M. Eso prueba el escrupuloso criterio de la policía del Gobierno del PSOE para detener en televisión y soltar a escondidas, sin rueda de prensa del ministro Alonso.
De los 29, solo terminaron el juicio 28. Fiscalía y acusación retira- ron de común acuerdo los cargos contra uno de los hermanos Moussaten.
De los 28 fueron absueltos 7 por la Audiencia Nacional.Y 5 de ellos fueron condenados a penas leves que habían cumplido al terminar el juicio. El Tribunal Supremo redujo —en segunda instancia— las 21 condenas a 18.
De los 18 condenados, solo 3 lo fueron por su relación con el 11- M. Los demás lo fueron por delitos menores como falsificación o tráfico de explosivos, sin tener que indemnizar a las víctimas de la masacre, porque no se les condenó autores del atentado.
Y de esos tres,Trashorras, El Gnaui y Zougan, solo a uno, Zhougam, se le consideró culpable de poner una bomba en los trenes. El es- pañol era un confidente de la policía y ninguno de los dos marroquíes era islamista. Ese es el balance de tantos años de investigación: un solo culpable. ¿Lo es? ¿Puede decirse, con este balance, que el 11-M —según el Gobierno del PSOE, beneficiario de la masacre, y luego el de Rajoy— es "cosa juzgada"?

Un condenado sin pruebas, sólo con dos testigos

Hace once años que Jamal Zougam está preso en una celda de máximo aislamiento, con solo una hora diaria de patio, porque, a diferencia de los otros dos condenados, sigue negando haber participado en la masacre.
¿Hay, sin embargo, pruebas físicas que lo vinculen con el 11-M? Ninguna:ni huellas dactilares en ningún escenario del crimen,ni rastros de ADN, ni llamadas cruzadas con ninguno de los demás procesados. El Mundo Libertad Digital demostraron que la noche anterior al atentado, cuando dicen que los terroristas estaban montando las bombas, Zougam estuvo haciendo gimnasia, como era su costumbre, hasta las doce de la noche, en un gimnasio de la Plaza Elíptica de Madrid.
Este dato lo conocía la Policía (puesto que se incautó de los datos informáticos sobre entradas y salidas del gimnasio), pero no se incorporó al sumario del 11-M, ni se le comunicó al juez Del Olmo.Asimismo, después del atentado, Jamal Zougam continuó trabajando tranquila- mente en su tienda,sin intentar huir ni esconderse, lo que tampoco cuadra con su supuesta participación en la masacre. En lo único en que se ha basado la condena a más de cuarenta mil años de cárcel de Zougam en el testimonio de dos amigas rumanas que dicen que le vieron en uno de los trenes atacados.
Pero hay ocho indicios claros de que esos testimonios no son veraces:
1. A Zougam lo reconocieron más de media docena de testigos en los trenes, portando supuestamente una mochila bomba. Ninguno de los testigos declaró haberlo visto «colocar» ninguna bomba. Simplemente «reconocieron» ante la Policía a Zougam como alguien que portaba una mochila en los trenes.
2. Esos testimonio serán contradictorios entre sí e incoherentes, porque si todos los testigos que «reconocieron» a Zougam es- tuvieran en lo cierto, el marroquí tendría que haber estado en al menos tres trenes simultáneamente, lo cual es imposible. Por ello, el juez instructor y el tribunal terminaron descartando to- dos los testimonios, salvo dos:los de dos amigas rumanas.
3. En realidad, esos testimonios de las dos amigas rumanas también eran contradictorios e incoherentes entre sí.Y, de hecho, las dos amigas fueron cambiando de versión a lo largo del pro- ceso. Pero se dio por bueno el testimonio.
4. Una de esas dos amigas (testigo C-65) «reconoció» a Zougam tres semanas después de la masacre, cuando ya la foto de Zougam se había publicado en todas partes, y no habló para nada en sus primeras declaraciones (ante la Policía y el juez) de que fuera acompañada por otra amiga.
5. Esa otra amiga (testigo J-70) es una mujer a la que por dos veces le denegaron los técnicos del Ministerio de Interior la condición de víctima, llegando a poner en cuestión, incluso, que viajara en los trenes. Sin embargo, quince días después de la segunda denegación, y cuando ya había pasado más de un año de los atentados, dice que se acuerda de haber visto a Zougam, tras lo cual se le reconoce la condición de víctima, se le otorga la nacionalidad y se le da una indemnización de casi 50.000 euros.
6. El marido de la primera testigo (C-65) también dijo que viajaba en los trenes, pero en un tren diferente que su mujer, y se le reconoció la condición de víctima.
7. El hermano de C-65 también dijo que viajaba en los trenes, junto al marido de C-65, pero a él no se le reconoció la condición de víctima, debido a lo inverosímil de su relato.

8. Otra hermana y un primo de C-65 también intentaron hacerse pasar por víctimas del 11-M, pero en ese caso no solo no se les reconoció que iban en los trenes, sino que el propio juez Juan Del Olmo pidió que se dedujera testimonio contra ellos por simulación de delito. Las amigas rumanas fueron imputadas por falso testimonio, tras la querella que el propio Zougam planteó contra ellas.








miércoles, 11 de marzo de 2015

"habría que haber puesto en libertad a todos los detenidos por el caso"

http://www.elmundo.es/especiales/11-m/investigacion-sentencia/9.html

Un país en la mochila

Luis del Pino*
Imaginen el siguiente escenario: la Policía efectúa un registro en la casa de un presunto narcotraficante y no halla ningún alijo de droga, pero detiene al dueño de la casa y se incauta de todo lo que encuentra allí. Al día siguiente, la Policía dice que, entre las pertenencias que se han llevado a comisaría, ha aparecido «por sorpresa» una maleta llena de cocaína. Y basándose en esa prueba, procede a acusar de narcotráfico a esa persona a la que detuvo.
¿Ustedes qué creen que pasaría? Pues que ningún juez aceptaría semejante 'prueba'. Si esa maleta llena de cocaína apareció 'por sorpresa' en la comisaría y no está reflejada en las actas de registro, es inevitable preguntarse: ¿se trata de una prueba colocada? E, independientemente de la contestación que cada uno de a esa pregunta, lo cierto es que no existe manera de demostrar que esa maleta pertenece al detenido, por lo que esa prueba sería anulada en cualquier juicio, ¿verdad?
Bueno, pues en el 11-M pasó eso, exactamente, con la prueba fundamental del caso, la famosa mochila de Vallecas: que no apareció en los escenarios del crimen, sino que fue encontrada 'por sorpresa' en una comisaría de Policía 18 horas después de la masacre. A pesar de lo cual, esa prueba fue admitida tanto por el juez instructor como por el tribunal.
Tras el atentado, lo normal habría sido que la Policía recogiera muestras en los focos de explosión, que levantara acta de las muestras recogidas, que realizara análisis de las mismas y que, con toda esa información, hubiera determinado cómo estaban fabricados los artefactos. Sin embargo, lo que se hizo es algo bien distinto: las muestras recogidas y las actas de inspección desaparecieron (no se llegaron a adjuntar al sumario), a la Policía Científica no se le enviaron las muestras para su análisis y los propiosescenarios del crimen (los vagones de tren atacados) fueron desguazados en un tiempo récord.
En paralelo a esa labor de destrucción de las pruebas reales del caso, de repente apareció 'por sorpresa' en una comisaría de policía de Vallecas una bolsa-bomba con un artefacto explosivo, 18 horas después de la masacre. Y lo que nos dijeron es que esa mochila procedía de los trenes. Y a partir de las evidencias que contenía, se empezó a detener a 'sospechosos' y se construyó toda la versión oficial, culpando a unos supuestos islamistas.
Ni durante la instrucción del sumario, ni durante el juicio, pudo aportarse ni una sola prueba fehaciente de que aquella mochila de Vallecas procediera de los trenes. Nadie vio esa mochila en las estaciones de tren, nadie la vio en el trayecto desde las estaciones hasta comisaría. Esa mochila de Vallecas ni siquiera aparece, lo cual ya es el colmo, en el acta de inspección realizada en la propia comisaría. La mochila de Vallecas apareció por arte de magia.
No acaban ahí los despropósitos. La mochila de Vallecas incorporaba 10 kilos de explosivo Goma 2 Eco, medio kilo de clavos y tornillos como metralla, un detonador, un teléfono móvil como iniciador y (dentro del mismo) una tarjeta telefónica.
Pues bien, una radiografía de esa mochila de Vallecas efectuada por los Tedax y adjunta al sumario demuestra que los cables de esa supuesta bomba no estaban conectados. Es decir, se trataba de un artefacto preparado para no estallar. No tiene ningún sentido que un terrorista deje sin conectar los cables, pero sí que tiene sentido que los deje sin conectar (para no correr riesgos) alguien que esté montando una simple prueba falsa.
Es más, las pruebas de laboratorio realizadas con un teléfono móvil como el de la mochila de Vallecas permitieron demostrar que ese teléfono no daba ni la mitad de la corriente eléctrica necesaria para garantizar la explosión del tipo de detonador concreto utilizado: de nuevo, ningún terrorista habría jamás usado semejante montaje eléctrico.
Pero la prueba definitiva de que esa supuesta bomba es una prueba colocada (y de que no guarda ninguna relación con las bombas de los trenes) es la metralla: ese medio kilo de clavos y tornillos que la mochila de Vallecas contenía. Si las bombas hubieran tenido metralla, forzosamente tendría que haber aparecido metralla de origen terrorista en los cuerpos de las víctimas mortales y los heridos del 11-M. Sin embargo, en los cuerpos de las 191 víctimas mortales no apareció ningún clavo, tuerca o tornillo de origen terrorista, tal como declaró públicamente la forense encargada de la coordinación de las autopsias, Carmen Baladía.
Por tanto, es físicamente imposible que los artefactos que estallaron en los trenes fueran similares a esa bolsa-bomba encontrada en una comisaría 18 horas después del atentado. Esa famosa mochila de Vallecas es una prueba colocada.
¿Cómo es posible que esa prueba no fuera anulada desde el principio? Pues habría que preguntárselo al juez instructor, Juan del Olmo, y al tribunal sentenciador, presidido por Javier Gómez Bermúdez. Pero a lo mejor tiene algo que ver el hecho de que, si se hubiera anulado esa prueba, todo el sumario se habría venido abajo, porque las restantes pruebas del caso derivan de esa mochila de Vallecas.
Si nos dicen que en el atentado del 11-M se usó explosivo Goma 2 Eco, no es porque en los trenes se encontraran restos de ese explosivo, sino porque ese es el explosivo que la mochila de Vallecas contenía. Por tanto, anular la mochila de Vallecas como prueba, habría implicado tener que reconocer que no se sabe qué explosivo se empleó.
Si nos dicen que en el atentado del 11-M se usaron teléfonos móviles como iniciadores, no es porque en los trenes se encontraran restos de esos iniciadores, sino porque la mochila de Vallecas contenía un teléfono móvil. Por tanto, anular la mochila de Vallecas como prueba, habría implicado tener que reconocer que no se sabe cuál era la composición de los artefactos de los trenes.
Y, sobre todo, si se hubiera anulado como prueba la mochila de Vallecas, habría que haber puesto en libertad a todos los detenidos por el caso, porque a esos detenidos se llegó tirando del hilo de la tarjeta telefónica encontrada en la mochila de Vallecas.
¿Se dan ustedes cuenta de la magnitud del problema? Todas las pruebas reales del caso (muestras de los trenes, actas de recogida de muestras en los trenes) desaparecieron. Los propios escenarios del crimen (los vagones atacados) empezaron a ser desguazados menos de 72 horas después de la masacre. Y todas las pruebas reales se sustituyeron por una prueba falsa aparecida en una comisaría de Policía 18 horas después de la masacre. Y a partir de esa prueba falsa se construyó absolutamente toda la versión oficial, que apuntaba al islamismo.
Pónganse ustedes ahora en la piel del juez instructor y del tribunal sentenciador del 11-M y respondan sinceramente: ¿se habrían ustedes atrevido a anular esa prueba, por muy convincentes que sean las evidencias que indican que es falsa? Por supuesto, la respuesta a esa pregunta es: si no vas a atreverte a hacer Justicia, no te metas a juez.
*Luis del Pino es director de Sin Complejos en esRadio y escribe el blog 'Los enigmas del 11-M'

viernes, 18 de julio de 2014

Una juez resta importancia a que las rumanas del 11-M no dijeran la verdad

http://www.libertaddigital.com/espana/2014-07-17/archivada-la-causa-contra-las-dos-testigos-rumanas-del-11-m-1276524014/

La juez dice que sus versiones son "difícilmente creíbles", pero archiva la causa porque sus "contradicciones" no son "indicios suficientes".


LIBERTAD DIGITAL 

Según informa este jueves El Mundo, la juez que investiga a las dos testigos protegidas que reconocieron a Jamal Zougan en los trenes del 11-M ha archivado la causa.
El motivo del archivo no deja de ser llamativo, ya que la magistrada considera que la versión de las testigos rumanas -único testimonio que justificó la condena a miles de años de cárcel a jamal Zougam como único autor material de la masacre- es contradictoria y "difícilmente creíble". Pese a todo, le resta importancia y señala que no ve indicios suficientes "indicios suficientes" de que estas mujeres mintieran ante el Tribunal que juzgó la masacre.
"No existen indicios suficientes de que las querelladas hayan faltado a la verdad en sus declaraciones, ni que hayan manifestado haber conocido a Zougam como la persona que vieron en el trensabiendo que dicho extremo no era cierto" se explica en el auto del archivo.
La investigación por falso testimonio se abrió después de que El Mundo revelara numerosos datos que ponían en entredicho la veracidad de las declaraciones en el juicio de estas dos ciudadanas rumanas, identificadas como C-65 y J-70. Ambas afirmaron que viajaban juntas y que vieron a Zougam en el vagón del tren, si bien J-70 dijo que podía reconocerle sólo cuando, meses después del atentado, Interior le denegó la condición de víctima. Fue entonces cuando identificó a Zougam, con lo que accedió a la nacionalidad y a la indemnización.
Para la juez Belén Sánchez, esta sospechosa actuación de ambas no prueba que mintieran y explica que lo que se investiga es si mintieron en el juicio del 11-M, para Sánchez el antes no importa.
El elemento clave para el archivo de esta querella presentada por el propio Zougam ha sido la testifical del entonces cónsul rumano en Madrid, que, preguntado por El Mundo aseguró que, tras el atentado, C-65 acudió al consulado con una mujer que el nombre no coincidía con el de J-70, versión que cambió poco después diciendo que las dos mujeres mencionadas acudían juntas.
En otro punto del auto, la juez reconoce que las versiones de lo sucedido la mañana del atentado que han ofrecido el hermano y el marido de C-65, los que también se presentaron como víctimas, son "difícilmente creíbles" e incurren en "contradicciones". A pesar de ello, la juez explica que no puede deducirse "elemento alguno" que suponga que las mujeres también mintieran durante el juicio.