jueves, 29 de diciembre de 2011
viernes, 23 de diciembre de 2011
5/2009 EL EXPLOSIVO DE MINA CONCHITA NO ERA GOMA-2!, ENTONCES ¿QUÉ HACEN ENCARCELADOS SI NO TIENE QUE VER EL EXPLOSIVO QUE COGIERON CON LO QUE EXPLOTÓ EN LOS TRENES?
Cinco años después de cometida la masacre, seguimos sin conocer los nombres de quienes pusieron las bombas, seguimos sin saber cómo se transportaron esas bombas hasta las estaciones, seguimos sin saber cómo estaban construidas esas bombas, seguimos sin saber quién las montó...
Ni siquiera sabemos qué explosivo se utilizó para matar a las 193 personas que perdieron la vida el 11 de marzo. Hoy, el periódico El Mundo publica los resultados de un trabajo realizado por uno de los peritos que participó en el juicio del 11-M. En ese exhaustivo trabajo, el perito Antonio Iglesias concluye que los análisis realizados a las muestras entregadas al tribunal apuntan a que las bombas del 11-M contenían Titadyn, y no la Goma2-ECO que la versión oficial dice que se utilizó.
La prueba pericial de explosivos ordenada por el tribunal del 11-M pasará a la Historia como uno de los mayores esperpentos judiciales de un país acostumbrado a que la Justicia sea un auténtico esperpento. Repasemos los hechos:
Los miembros de las Fuerzas de Seguridad, cumpliendo con su obligación, recogieron toneladas de restos en los trenes atacados nada más producirse los atentados del 11-M.
Incumpliendo el protocolo, esas muestras no se llegaron a enviar a la Policía Científica para su análisis.
Los propios vagones atacados se comenzaron a desguazar sólo 48 horas después de la masacre, en lugar de conservarlos hasta el juicio, como marca la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
Las toneladas de restos recogidos en los vagones atacados desaparecieron como por arte de magia, sin que sepamos qué fue de ellas.
Centenares de objetos de las víctimas (incluyendo ropas, documentación, calzado) fueron quemados en el vertedero de Valdemingómez.
Decenas de restos electrónicos recogidos en los trenes fueron reducidos a polvo en una trituradora industrial de las afueras de Madrid.
En la Comisión de Investigación del 11-M, el entonces jefe de los Tedax afirmó que se había encontrado nitroglicerina en los focos de explosión, lo que echaba por tierra la hipótesis de que hubiera podido emplearse Goma2-ECO en las bombas, porque ese explosivo no contiene nitroglicerina. Cuando se señaló en este blog esa contradicción, el jefe de los Tedax achacó sus palabras a un error.
Después de dos años de instrucción sumarial, jamás se llegó a incluir en el sumario un informe en el que se detallara qué componentes de explosivo se habían encontrado en cada uno de los focos. Cuando se le preguntó en el juicio a la jefa del laboratorio de los Tedax por qué no había indicado los componentes encontrados, contestó que "porque nadie le había preguntado".
Ante la inexistencia de pruebas respecto al explosivo utilizado en los trenes, el tribunal ordenó realizar una prueba pericial para aclarar esa cuestión.
Para evitar posibles manipulaciones, el tribunal ordenó grabar esa prueba pericial en vídeo.
A pesar de haberse recogido en su día toneladas de muestras, a los peritos se les entrega para su análisis un minúsculo conjunto de muestras, la mayoría de ellas lavadas previamente con agua y acetona, sin ningún tipo de garantía de no haber sido previamente manipuladas y sin ningún soporte documental que acreditara que efectivamente procedían de los trenes. De alguno de los focos de explosión no se les llegó a entregar a los peritos prueba ninguna.
A pesar de los pesares, en esa prueba pericial de explosivos aparecieron componentes que no forman parte de esa Goma2-ECO que la versión oficial sostenía que se había utilizado.
Cuando aparece por primera vez uno de esos componentes que no forman parte de la Goma2-ECO, la grabación en vídeo de la prueba se interrumpió, debido a un providencial corte del fluido eléctrico.
Posteriormente se repiten los análisis, y empiezan a aparecer en multitud de muestras todo tipo de componentes que antes no habían aparecido.
En cualquier otro país con una Justicia digna de ese nombre, el tribunal habría interrumpido o anulado el juicio y habría tomado las medidas necesarias para que se pusieran a disposición del juez instructor todas las pruebas recogidas en los escenarios de explosión. Pero el tribunal presidido por Gómez Bermúdez dio por bueno que en los trenes se había utilizado Goma2-ECO, sin pedir que se aclarara el destino de las muestras recogidas en los trenes, sin pedir que se repitieran unos análisis que habían resultado un completo fiasco, sin pedir explicaciones a quienes durante dos años de instrucción sumarial habían ocultado los componentes aparecidos en los focos de explosión y sin pedir responsabilidades por los misteriosos cortes de luz que habían hecho que fuera imposible garantizar que no se hubieran producido manipulaciones durante la prueba pericial de explosivos.
Y la pregunta es: ¿por qué? ¿Por qué el Gobierno, la Oposición y la Justicia son capaces de dar por bueno el resultado de un juicio viciado desde el principio? ¿Por qué consienten que se cierren judicialmente las investigaciones, sin ni siquiera haber aclarado cuál fue el arma del crimen? ¿Por qué están todos ellos dispuestos a respaldar la mentira, con tal de que no se remueva lo que el 11-M sucedió?
¿Tan terrible es lo que el 11-M esconde como para que todos se pongan de acuerdo en que lo mejor es el silencio?
martes, 20 de diciembre de 2011
Testificar por dinero
"Los querellantes analizan cómo la testigo J-70 compareció a lo largo de 2004 en cuatro ocasiones ante órganos de Interior para solicitar indemnizaciones o beneficios administrativos relacionados con el permiso de residencia, sin mencionar nunca que hubiese visto a un posible terrorista en los trenes ni que viajase acompañada de su amiga C-65, que había declarado en abril de 2004.
Por fin, el 7 de febrero de 2005, acudió a la Audiencia Nacional para acusar por primera vez a Zougam, quince días después de que el Ministerio del Interior la rechazase definitivamente como víctima de los atentados, "perdiendo así la opción de obtener una indemnización, regularizar su residencia y trabajo en nuestro país y proceder a la reagrupación familiar de su hija menor de edad y entonces residente todavía en Rumanía". "En ese momento", según la querella, C-65 y J-70 decidieron "que esta última acomodaría su versión" a la que ya había ofrecido la primera. Y "tras lo anterior, consigue su objetivo": fue incluida en el listado de víctimas y cobró 48.000 euros."
Zougam se querella contra las testigos rumanas por falso testimonio
ESCÁNDALO, Y LA POLICÍA QUÉ DICE, Y ¿EL JUEZ BERMÚDEZ?
"...Los testigos C-65 y J-70 habrían mentido para obtener un beneficio económico, permisos de residencia y trabajo y, en última instancia, la nacionalidad española."
"...el 7 de febrero de 2005, acudió a la Audiencia Nacional para acusar por primera vez a Zougam, quince días después de que el Ministerio del Interior la rechazase definitivamente como víctima de los atentados, "perdiendo así la opción de obtener una indemnización, regularizar su residencia y trabajo en nuestro país y proceder a la reagrupación familiar de su hija menor de edad y entonces residente todavía en Rumanía". "En ese momento", según la querella, C-65 y J-70 decidieron "que esta última acomodaría su versión" a la que ya había ofrecido la primera. Y "tras lo anterior, consigue su objetivo": fue incluida en el listado de víctimas y cobró 48.000 euros."
lunes, 19 de diciembre de 2011
Pruebas falsas...
"...Inicialmente, el atentado fue atribuido a ETA por unanimidad. Parecía lógico partiendo de los antecedentes, incluido el episodio de Cañaveras. La teoría islamista sólo empezó a tomar cuerpo a raíz de las pruebas que hoy sabemos que fueron falsas (Kangoo y mochila de Vallecas). Estos dos elementos condicionaron las investigaciones policiales que llevaron a la detención de más de un centenar de personas..."
lunes, 12 de diciembre de 2011
El SUP pide "una revisión de las pruebas y un nuevo juicio" a Jamal Zougam
Nunca es tarde si la dicha es buena.
domingo, 11 de diciembre de 2011
"yo acuso" de Pedro J. Ramírez
El 10 de enero de 1898, el prestigioso biólogo Émile Duclaux, director del Instituto Pasteur, publicó una carta en el diario parisino Le Siècle con la que abría lo que podríamos llamar el frente científico del caso Dreyfus. Sostenía que se había condenado a un inocente, denunciando la falta de rigor de la instrucción sumarial, la ligereza de la sentencia y la actitud de las autoridades, a las que presentaba encerradas en una cueva para no recibir la luz que podían aportar las pruebas caligráficas, el análisis químico de los documentos o el cálculo matemático de probabilidades.
Aunque sea imposible determinar cuál fue el impulso decisivo, es evidente que este gesto estuvo entre los detonantes de la mucho más extensa y célebre misiva que tres días después Émile Zola publicó en L' Aurore con el título de J'Accuse. Si la ciencia entraba en liza en pos de la verdad, ¿cómo no iban a hacerlo la literatura y el pensamiento crítico?
Ni Antonio Iglesias está al frente de una gran institución pública -aunque méritos no le faltarían para ello- ni yo soy el Pedro Zola que para bien o para mal pintan algunos. Pero, a cambio, su aportación científica a la causa del esclarecimiento de lo ocurrido en Madrid el 11 de marzo de 2004 es mucho más concreta que la de monsieur Duclaux, y yo supliré con constancia y empeño mis menores dones literarios.
En todo caso, desde el momento en que conocí el minucioso trabajo de este químico perfeccionista y abnegado, me pareció que era nuestro deber moral contribuir a divulgarlo para que el mayor número posible de ciudadanos tengan elementos de juicio tan decisivos como los que constituyen sus conclusiones.
Yo no sé lo que ocurrió el 11-M y el trabajo de Antonio Iglesias tampoco lo desvela. Pero sí demuestra que lo que no ocurrió es lo que dice la sentencia, porque en todos los restos de los focos se halló dinitrotolueno y en el único que no había sido lavado con agua y acetona se halló nitroglicerina, dos componentes que están en el Titadyn y no en la Goma 2 ECO. Por lo tanto, es científicamente imposible, químicamente imposible, molecularmente imposible por mucho que lo afirmen la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo que "toda o gran parte de la dinamita [que estalló en los trenes] procedía de Mina Conchita", porque en Mina Conchita había Goma 2 ECO, pero no Titadyn.
La otra gran aportación de este trabajo son los sólidos indicios de la manipulación policial de la investigación, brillantemente realzados por el texto de Casimiro García-Abadillo, que más que un prólogo es una auténtica hoja de ruta del estado de la cuestión. Puede decirse, pues, que gracias a este libro ya sabemos por culpa de quiénes no sabemos lo que ocurrió en el 11-M o, al menos, por culpa de quiénes las posibilidades que un Estado democrático tiene de averiguar la verdad sobre un atentado político de esa magnitud quedaron infamemente disminuidas.
Poner ahora a esas personas en la picota pública no sólo es un acto de justicia compensatoria, sino que constituye posiblemente la última esperanza de reactivar la maquinaria de las instituciones e intentar limpiar -como escribió Zola- "la mancha de cieno" que ensucia nuestra dignidad nacional.
Por eso, igual que hizo él hace 111 años -ojalá nos traiga suerte tan perfecto capicúa-, yo acuso.
YO ACUSO al entonces comisario jefe de los Tedax, Juan Jesús Sánchez Manzano, de mantener una línea de conducta supuestamente orientada a la ocultación y manipulación de pruebas con flagrante incumplimiento de sus deberes profesionales, al transgredir los protocolos sobre recogida y almacenamiento de restos, al asumir unos análisis que no le habría correspondido realizar, al no poner a disposición de la Policía Científica los fragmentos obtenidos en los focos de los trenes, al predeterminar la investigación con la muestra patrón de la Goma 2 ECO de la que presuntamente salió también el explosivo colocado en la Kangoo y al proporcionar al juez Del Olmo, a la Comisión de Investigación parlamentaria y al propio tribunal del 11-M información falsa o gravemente errónea, perjudicando una y otra vez la búsqueda de la verdad de lo ocurrido.
YO ACUSO a la perito química de los Tedax con carné profesional 17.682 de mantener una línea de conducta supuestamente orientada a la ocultación y manipulación de pruebas con flagrante incumplimiento de sus deberes profesionales, al no redactar y entregar a sus superiores un informe por escrito especificando los componentes de la dinamita que identificó en los análisis realizados en el laboratorio de los Tedax durante el mediodía del 11 de marzo de 2004 y al destruir la disolución en agua y acetona de los restos empleados, impidiendo así toda posterior verificación.
YO ACUSO al entonces comisario jefe de la Policía Científica, Carlos Corrales, de incumplimiento de sus deberes profesionales al no reclamar de forma fehaciente la entrega de los restos de los focos de los trenes para su análisis en su laboratorio tal y como era preceptivo.
YO ACUSO al entonces subdirector general de la Policía, Pedro Díaz Pintado, y al entonces comisario general de Información, Jesús de la Morena, de incumplimiento de sus deberes profesionales al consentir expresa o tácitamente que el jefe de los Tedax no entregara a la Policía Científica los restos de los focos de los trenes.
YO ACUSO al general Félix Hernando, responsable de la UCO de la Guardia Civil, de mantener una línea de conducta supuestamente orientada a la ocultación y manipulación de pruebas con incumplimiento de sus deberes profesionales, al transmitir a la Comisión de Investigación parlamentaria, al juez instructor y al propio tribunal del 11-M información falsa o gravemente errónea sobre la investigación de la trama de explosivos en Asturias y el papel de sus confidentes en la misma, y al dar presuntamente instrucciones a su subordinado el alférez Jaime Trigo para que tratara de destruir la nota informativa que demostraba esa falsedad.
YO ACUSO al alférez de la UCO Jaime Trigo de mantener una línea de conducta supuestamente orientada a la ocultación y manipulación de pruebas al dirigirse al entonces segundo jefe de la Comandancia de Oviedo, Francisco Javier Jambrina, y pedirle, según su testimonio judicial, la destrucción de la nota que dejaba en evidencia a su superior Félix Hernando.
YO ACUSO al actual comisario jefe de la Policía Científica, Miguel Ángel Santano, y a sus subordinados Pedro Mélida, José Andradas y Francisco Ramírez de mantener una línea de conducta supuestamente orientada a la manipulación y ocultación de pruebas al "alterar" de "forma inveraz" -tal y como ha establecido la Justicia- un informe pericial que podía contradecir la versión oficial de lo ocurrido, dejando patente que -al margen de la propia trascendencia de dicho informe- existía una consigna política para orientar la investigación en una única dirección.
YO ACUSO al mando de la Policía Científica Alfonso Vega, jefe de la pericia ordenada por el tribunal del 11-M, de entorpecer la acción de la Justicia al poner trabas al trabajo de sus compañeros y al alentar en su propio informe al tribunal las más extravagantes teorías para tratar de justificar la aparición en los análisis de componentes químicos que echaban por tierra la versión oficial de los hechos.
YO ACUSO al juez Juan del Olmo de grave negligencia e incompetencia profesional al permitir la destrucción de pruebas esenciales como los propios trenes, al no asegurarse de que la Policía hubiera cumplido los protocolos establecidos para el análisis de explosivos, al concluir la instrucción sin tan siquiera contar con una prueba pericial de lo que estalló en los trenes, al permitir el incumplimiento de las normas de custodia de las pruebas, al orientar unidireccionalmente las investigaciones y al perseguir con saña sin "ponderación, mesura ni equilibrio" a los dos policías que podían poner en evidencia algunos aspectos irregulares de las mismas, tal y como acaba de establecerlo la Justicia.
YO ACUSO al juez Javier Gómez Bermúdez de negligencia profesional, al incluir en la sentencia graves errores materiales de carácter fáctico en relación al resultado de la pericia de explosivos; de inconsistencia intelectual, al no reflejar en la sentencia las consecuencias lógicas del resultado de la prueba pericial por él mismo encargada; de incoherencia personal, al defraudar las expectativas por él mismo alentadas cuando comunicó a las víctimas que algunos policías irían "caminito de Jerez"; de frivolidad, imprudencia y posible revelación de secretos, al colaborar en el libro de su esposa sobre el juicio, y de manipulación política, al hacer una presentación sesgada, tendenciosa y distorsionada de la sentencia. Vergüenza sobre vergüenza.
YO ACUSO a los jueces Alfonso Guevara y Fernando García Nicolás de negligencia profesional, al suscribir los graves errores materiales de carácter fáctico incluidos en la sentencia, al respaldar las inconsecuencias del ponente en relación al resultado de la pericia de explosivos y al respaldar pasivamente su presentación sesgada, tendenciosa y distorsionada de la sentencia.
YO ACUSO a la fiscal del caso, Olga Sánchez, y a su superior directo, el fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, de negligencia profesional e incumplimiento de las obligaciones que se derivan del Estatuto del Ministerio Público al impulsar una investigación unidireccional, ceñida a la conveniencia del Gobierno, y desdeñar el valor probatorio de la evidencia científica mediante expresiones como: "En los trenes estalló Goma 2 ECO y vale ya" o "Da igual el explosivo que se utilizara".
No, no da igual el explosivo que se utilizara porque si, tal y como se deduce del riguroso trabajo del químico Antonio Iglesias, lo que estalló fue Titadyn, es muy probable que algunos inocentes hayan sido condenados y no cabe duda de que hay grandes culpables en libertad, pues nadie ha sido juzgado y condenado por suministrar este explosivo.
No, no vale ya. Por seguir ciñéndome a la estructura e incluso a las palabras literales de aquel artículo de Zola, en cuanto a estos 18 funcionarios públicos a los que acuso, "debo decir que ni les conozco, ni les he visto nunca, ni siento particularmente por ellos rencor ni odio. Les considero como entidades, como espíritus de maleficencia social. Y el acto que realizo aquí no es más que un medio revolucionario [yo elegiría un adjetivo más modesto, pues, no en vano, la democracia ha progresado en los 111 años transcurridos] de activar la explosión de la verdad y de la justicia".
Zola concluía de forma impactante y melodramática: "Sólo un sentimiento me mueve, sólo deseo que la luz se haga, y lo imploro en nombre de la humanidad que ha sufrido tanto y tiene derecho a ser feliz. Mi ardiente protesta no es más que un grito de mi alma. Que se atrevan a llevarme a los tribunales y que me juzguen públicamente".
Yo suscribo ese mismo espíritu de lucha por la verdad y, por supuesto, como siempre, asumo las consecuencias de la libre expresión de estas opiniones. Pero, dicho sea con toda franqueza, aspiro a que los juzgados sean ellos.
Yo sólo puedo acusarles ante el tribunal de la opinión pública pero confío en que todos estos indicios, pruebas y argumentos estimulen a quienes están legitimados para ello a iniciar las acciones pertinentes para que todas o al menos algunas de estas 18 personas deban rendir cuentas de sus actos en el plano profesional, administrativo o eventualmente penal. Sólo procediendo contra ellos podremos ahora recorrer el camino inverso de las piedras de Pulgarcito hacia el origen de los hechos y las fuentes de la verdad.
"Así lo espero".
sábado, 10 de diciembre de 2011
Testigos falsos
http://blogs.libertaddigital.com/enigmas-del-11-m/hombres-necios-10775/
Esta semana, el periódico El Mundo ha ido desvelando numerosos detalles inquietantes sobre los tres testimonios oculares que sirvieron para imponer 40.000 años de cárcel al único condenado por poner una bomba del 11-M: Jamal Zougham.
Hay que recordar que Jamal Zougham fue condenado basándose, exclusivamente, en esos tres testimonios oculares que le sitúan en los trenes de la muerte aquella mañana del 11-M. Aunque demos por buena la versión oficial, no hay ningún otro tipo de prueba incriminatoria contra él: ni restos de ADN, ni huellas dactilares, ni llamadas telefónicas cruzadas con otros posibles implicados... Nada de nada.
Hay que recordar también que a Jamal Zougham le reconocen en los trenes, supuestamente, hasta ocho testigos distintos y que, si todos ellos dijeran la verdad, Zougham tendría que haber estado en al menos tres trenes simultáneamente. Lo cual obligó al juez instructor y al tribunal a ir descartando testimonios, hasta quedarse solo con tres.
Pues bien, de esos tres testigos, el primero ni siquiera fue llamado para ratificar en el juicio su declaración policial, porque estaba en Rumanía, de modo que las defensas no tuvieron posibilidad de interrogarle. Y hasta Rumanía se ha desplazado el subdirector de El Mundo, Casimiro García Abadillo, para encontrarse con la sorpresa de que el testigo niega haber reconocido a Zougham en la fecha que la Policía dice. Niega además estar 100% seguro de haber visto a Zougham en los trenes y dice, para colmo, que la persona que él vio tenía el pelo completamente liso, cuando Zougham lo tiene enormemente rizado.
La segunda testigo es una mujer a la que por dos veces le denegaron los técnicos del Ministerio de Interior la condición de víctima, llegando a poner en cuestión, incluso, que viajara en los trenes. Sin embargo, quince días después de la segunda denegación, y cuando ya había pasado más de un año de los atentados, dice que se acuerda de haber visto a Zougham, tras lo cual se le reconoce la condición de víctima, se le otorga la nacionalidad y se hace acreedora a una indemnización de casi 50.000 euros.
La testigo número 3 es otra mujer que supuestamente iba en uno de los trenes con la segunda testigo. Reconoció a Zougham tres semanas después de la masacre, cuando ya la foto de Zougham se había publicado en todas partes. Además, esa testigo incurrió en diversas contradicciones al declarar ante la Policía y ante el juez. Tampoco habló para nada en sus primeras declaraciones de que fuera acompañada por la segunda testigo y encima proporcionó un relato sobre el avistamiento de Zougham que no encaja con lo que dice el testigo número 1.
Esta tercera testigo no viajaba en ninguno de los vagones donde estalló una bomba aquel día, pero obtuvo casi 50.000 euros como indemnización, más otros 50.000 para su marido, que al parecer viajaba en otro vagón distinto de su mujer y a quien también se reconoció la condición de víctima. Por si fuera poco, un amigo del comisario que se hizo famoso por la cacería de Garzón y Bermejo le proporcionó a esa tercera testigo y a su marido un puesto de trabajo en su empresa de seguridad.
Los datos aportados por El Mundo sobre las testigos 2 y 3 plantean con toda la crudeza la posibilidad de que se hubieran comprado testigos falsos para conseguir incriminar a Jamal Zougham en la masacre del 11-M y apuntalar la versión oficial de los atentados. De ahí que los abogados de Zougham hayan anunciado ya una querella por falso testimonio contra esas dos mujeres.
Me parece bien que los abogados de Zougham, como los de cualquier otra persona, defiendan los intereses de su cliente, y nada tengo que objetar a ello. Pero permítanme que yo me centre en aquello que me parece más grave.
Si lo que se desprende de la información de El Mundo fuera cierto, esas dos testigos se habrían prestado a incriminar a un inocente a cambio de dinero, de la nacionalidad y, en uno de los casos, de un puesto de trabajo.
Pero déjenme que me pregunte, como Sor Juana Inés de la Cruz, quién es más digno de reproche: "¿la que peca por la paga, o el que paga por pecar?".
Porque si se hubiera producido, efectivamente, esa compra de testigos, a mi el que me interesa verdaderamente no es el comprado, sino el comprador. Los mayores culpables no serían esas dos testigos, sino aquellos que hubieran inducido al falso testimonio a esas mujeres. Y aquellos que hubieran conocido la inconsistencia de esos testimonios y, sin embargo, los hubieran dado por buenos. Y aquellos que hubieran negado a las defensas la información que les habría servido para desmontar esos testimonios oculares fraudulentos.
Hemos podido ver en estos días, de nuevo, las imágenes con la actuación del juez Gómez Bermúdez durante el juicio del 11-M, en el que impidió por dos veces a las defensas preguntar a una de las testigos algo tan simple como cuál era la razón de que hubiera tardado más de un año en "recordar" que había visto a Zougham en uno de los trenes. ¿Por qué el juez Gómez Bermúdez impidió a las defensas hacer esa simple pregunta?
Si los testigos falsos merecen la repulsa social, ¿qué merecen aquellos que inducen a la falsedad a esos testigos y aquellos que consienten esa falsedad, incumpliendo su deber de impartir Justicia?
jueves, 8 de diciembre de 2011
Zougam se querellará por falso testimonio contra las testigos clave
miércoles, 7 de diciembre de 2011
Las revelaciones de hoy en El Mundo completan el análisis de los testimonios oculares sobre la presencia de Zougham en los trenes del 11-M. Tan escandalosas son esas noticias sobre la posible manipulación de testigos que, por primera vez desde que terminara el juicio de la Casa de Campo, un líder político, Rosa Díez, ha pedido públicamente la reapertura del sumario.
Permítanme que les dé quince razones por las que ese sumario debería reabrirse de forma inmediata:
1) La principal prueba del caso, la mochila de Vallecas, no apareció en los trenes del 11M, sino en una comisaría, 18 horas después del atentado.
2) La mochila de Vallecas tenía metralla, pero en los cuerpos de las 192 víctimas mortales del 11M no aparecieron ni clavos, ni tornillos: no apareció metralla de origen terrorista en las autopsias.
3) Incumpliendo la Ley de Enjuiciamiento Criminal, los escenarios del crimen (los trenes) se empezaron a desguazar 48 h después del 11M.
4) Cientos de muestras recogidas por los Tedax en los trenes del 11M desaparecieron sin más, igual que los análisis iniciales de explosivos.
5) La pericial de explosivos en el juicio del 11M acabó en un auténtico fiasco, tras detectarse componentes químicos incompatibles con la V.O.
6) Después de 8 años, sólo se ha identificado a uno de los 12 colocadores de las bombas del 11M: Jamal Zougham.
7) Tal como ha demostrado El Mundo esta semana, las declaraciones de los testigos oculares contra Jamal Zougham son un bluf.
8) Las investigaciones periodísticas han demostrado que se falsificaron documentos para explicar el origen del teléfono encontrado en la mochila de Vallecas.
9) Las investigaciones periodísticas han demostrado que se falseó la hora de entrada en comisaríade otra de las pruebas de cargo: la furgoneta de Alcalá.
10) Las investigaciones periodísticas obligaron a descartar en el juicio del 11M, por falsa, la tercera prueba de cargo: el coche Skoda Fabia.
11) Las investigaciones periodísticas han demostrado que se falsificaron datos para "avalar" que en Leganés se suicidaron siete islamistas.
12) La versión oficialdel 11M ha sido incapaz en ocho años de construir un relato de los hechos, no ya creíble, sino ni siquiera completo.
13) Después de detener a 116 personas, la mayoría magrebíes, durante la instrucción del sumario, sólo hay 3 condenados por su relación con el 11M.
14) De los 3 únicos condenados por su relación con el 11M, uno es español, cristiano y confidente policial.
15) En estos momentos hay 2 mandos policiales imputados por presunta manipulación de pruebas en el 11M y por presunto falso testimonio durante el juicio.
http://www.youtube.com/watch?v=SGKNdhTPW_g&feature=related